
La madrugada ha sido el mejor aliado del atleta nacional Iván Rodríguez, que con disciplina, compromiso y amor, inicia todos los días el plan que su entrenador Gerardo Castaing le envía, sin embargo, no siempre ha sido así, tras la amputación de su pierna izquierda se sentía avergonzado de que las personas lo vieran sin su prótesis, así que salía de madrugada a caminar para evitar ser visto por sus vecinos y por personas desconocidas.
Durante ochos años, vivió sumergido en una depresión que le cuesta casi la vida; producto de un tumor en el estómago perdió su pierna, para él su vida también había terminado, ya que perder su extremidad significó perder amigos y pareja, su panorama era el más desgarrador y difícil de superar.
A través de una fotografía publicada por su amigo Luis Diego Brenes jugando fútbol, se le despierta la curiosidad por saber ¿cómo hacía él para jugar sin una pierna?
“Le escribí y le dije mae, ¡qué chiva! a mí siempre me ha gustado jugar fútbol y siempre he querido entrar a un equipo, pero, yo así amputado no creo poder y lo veo a usted jugando con una pierna ¿Qué es duro jugar así? él me dijo no, véngase haga la prueba y me fui a probar”
Dada la oportunidad de ingresar al equipo, decide dejar su hogar en Valle la Estrella de Limón, en el cuál vivía con sus papás y se establece en San José. Al principio su papá no estaba muy contento con la decisión, ya que eso significaba que estuviera completamente solo y sin ayuda de nadie, aun así, por primera vez, tras la amputación, estaba creyendo en sí mismo y no titubeó en intentarlo.
“Yo estaba muy emocionado porque el equipo era del Saprissa, y yo era un morado de hueso, así que la primera vez que asistí a los entrenamientos según yo, iba solo a ver ¡no llevaba nada! pero me dijeron ¡no señor! aquí le damos todo: muletas, tacos, ¡póngase a correr! así duré 6 meses en el equipo”
A pesar de lograr ingresar al equipo, la vergüenza que sentía hacia sí mismo seguía acompañándolo y le insistía en arrebatarle la vida, el desánimo y la baja autoestima, lo hacían querer verse invisible ante la sociedad, lo que no esperaba, es que en esas caminatas de madrugada en las que según él pasaba desapercibido, su vecina a dos casas de la de él en Curridabat, lo estaba observando.
Cristina Monge veía cuando en las madrugadas Iván salía a caminar, ya que ella se preparaba para ir al gimnasio, en una de tantas salidas, Cristina decide invitarlo a una carrera organizada por la Municipalidad de Curridabat para celebrar el Día del Padre, hace tres años y medio.
“Me daba mucha vergüenza que me vieran sin mi prótesis, cuando Cristina me hizo la invitación le dije que no, que yo no corría y que me daba vergüenza y por eso iba tan temprano a caminar para que nadie me viera, ella insistió, me dijo que me iba a inscribir y aunque fuera alzado me iba llevar”
Después de pensarlo mucho y gracias a la insistencia de Cristina, decide participar en la carrera y dedicársela a su papá que seguía molesto con él.
“El día de la carrera me escondí detrás de unos murales que hay en el Parque de Curridabat, esperé que todo mundo saliera para yo ir de último, dije ¡Ay Dios en que me metí!, al llegar a la meta pensé que nadie estaría ahí, pero todo mundo estaba esperándome, esa carrera no se me olvida, porque fui más visto de lo que yo esperaba y también, porque no era verdad lo que decía Cristina que me había inscrito ¡me llevó engañado!

Su autoestima empezó a mejorar y tras inscribirse en la carrera de Anna Ross en octubre de 2016, Iván se enamora completamente del atletismo, ya que le dedica la carrera a una tía suya que fallece de cáncer de mama y a la cual consideraba como su mamá. Por primera vez, ve al atletismo no solo como un deporte físico, sino también uno mental.
Este deporte le ha permitido trabajar su mente y luchar contra su baja autoestima, ahora, no se siente avergonzado de no tener una pierna, más bien, considera que gracias a superar su vergüenza ha podido alcanzar grandes sueños, como el que alcanzó en la media maratón de Flamingo 2019.
“En todas las carreras siempre los primeros lugares son los que rompen la cinta, yo le había dicho a Diosito que ganando o no, quería tener la oportunidad de romperla y ese día, faltando 600 metros, vi que habían puesto una cinta, yo no sabía si llorar o reír, no sabía si parar o seguir, al ver que iba a lograr lo que tanto había soñado”

Desde entonces, Iván ha logrado romper más que una cinta, ha participado en 70 carreras y en 9 medias maratones, varias de ellas en el extranjero y también, motiva a personas a través de su testimonio, ya que da charlas en escuelas, colegios o grupos de distinta índole, con el objetivo de inspirarlos con su historia.
A sus 47 años sigue soñando, esta vez espera subir el Cerro Chirripó y romper el Récord Guinness de hacer 10 kilómetros en una hora, correr en todos los países de Centroamérica y en Estados Unidos, y para lograrlo continúa entrenando con regularidad.
“Ahora entiendo que tenía un futuro más grande y que los demás no veían pero Dios si estaba viendo, yo no me creo una figura famosa, pero sí un atleta que motiva a muchos y eso es lo mejor que me ha pasado, aunque suene ilógico”
Para patrocinios y charlas motivacionales puede contactarse con Iván a través del número 8656 6373.